«Es el primer planeta del tamaño de la Tierra del que realmente podemos decir que se parece al nuestro». Con estas palabras se refería esta misma mañana el astrónomo Ignasi Ribas, copresidente del comité científico del Congreso «Senderos hacia planetas habitables» que estos días se celebra en Barcelona, al hablar del descubrimiento de Corot-7b. El anuncio de la existencia de este nuevo y prometedor exoplaneta fue revelada durante la sesión matinal del congreso y se ha convertido ya en la estrella del certamen.
Con una órbita muy rápida, de apenas 20 horas, Corot-7b (llamado así por el telescopio espacial con el que se descubrió) se encuentra a unos 400 años luz de la Tierra, «ni muy cerca, ni muy lejos», en palabras de Ribas. El nuevo mundo (cuya reconstrucción aparece arriba) ya había sido detectado hace unos meses, pero entonces no se disponía aún de los suficientes datos concretos como para realizar un anuncio en toda regla.
Sus descubridores, un equipo de astrónomos europeos dirigido por el famoso «cazaplanetas» Didier Queloz (el mismo que descubrió el primer planeta extrasolar en 1995), han preferido guardar silencio desde entonces y seguir recopilando datos. Ahora, han aprovechado el evento que se celebra en la Ciudad Condal para hacer público su descubrimiento.
70 horas de observación
Han sido necesarias setenta horas de observación (repartidas en varios meses) para averiguar exactamente cuál es la masa y la densidad del planeta. Los análisis realizados desde tierra con el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher), que está acoplado al telescopio de La Silla, en Chile, han permitido complementar las observaciones anteriores hechas conel telescopio de la Agencia Espacial Europea.
Han sido necesarias setenta horas de observación (repartidas en varios meses) para averiguar exactamente cuál es la masa y la densidad del planeta. Los análisis realizados desde tierra con el espectrógrafo HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher), que está acoplado al telescopio de La Silla, en Chile, han permitido complementar las observaciones anteriores hechas conel telescopio de la Agencia Espacial Europea.
Y el resultado ha sido inmejorable. «Corot-7b es el mundo que hace que valgan la pena todos los esfuerzos que se han hecho hasta ahora», afirmaba hace unas horas un eurófico Queloz. En efecto, se trata de la prueba definitiva de que fuera de nuestro Sistema Solar pueden existir mundos parecidos al nuestro. Corot-7b será, según los investigadores, el exoplaneta cuyo estudio en profundidad abra definitivamente las puertas a un nuevo tipo de ciencia planetaria hasta ahora desconocida.
Cuando los astrónomos lo descubrieron en febrero, no conocían aún con exactitud la velocidad de su estrella y no pudieron, por lo tanto, determinar la masa del nuevo planeta. Algo que ahora sí que ha sido posible. Corot-7b tiene apenas dos veces el diámetro de la Tierra y una masa cinco veces superior, con una densidad muy parecida a la de nuestro propio mundo.
«Sin embargo -alerta Ignasi Ribas- no debemos pensar que ese planeta es adecuado para la vida, ya que se encuentra a muy poca distancia de su estrella y está sujeto por tanto a elevadísimas temperaturas». Unas temperaturas que, según los cálculos, rondan los mil grados centígrados, un auténtico infierno para cualquier forma de vida conocida.
Fuera de la «zona de habitabilidad»
Corot-7b no se encuentra, por lo tanto, en la «zona de habitabilidad» de su estrella. Su órbita, en efecto, le lleva a distancias de apenas 2,5 millones de km de distancia de ella cuando la Tierra, por ejemplo, orbita a cerca de 150 millones de km del Sol. Y a una velocidad, por cierto, de vértigo, ya que el nuevo mundo se desplaza a cerca de 750.000 km por hora. Queloz y su equipo creen que, en estas condiciones, no sería extraño que hubiera en su superficie auténticos océanos de lava.
Corot-7b no se encuentra, por lo tanto, en la «zona de habitabilidad» de su estrella. Su órbita, en efecto, le lleva a distancias de apenas 2,5 millones de km de distancia de ella cuando la Tierra, por ejemplo, orbita a cerca de 150 millones de km del Sol. Y a una velocidad, por cierto, de vértigo, ya que el nuevo mundo se desplaza a cerca de 750.000 km por hora. Queloz y su equipo creen que, en estas condiciones, no sería extraño que hubiera en su superficie auténticos océanos de lava.
Hasta el momento, se han descubierto ya unos 370 planetas alrededor de estrellas lejanas, pero la inmensa mayoría de ellos son gigantes de gas que muy poco tienen que ver con nuestro propio mundo. Sin embargo, las técnicas actuales han permitido ya localizar unas diez «supertierras», planetas sólidos como el que nosotros habitamos.
El punto de mira se está afinando cada vez más y, por el momento, Corot-7b es el planeta que más se parece (en cuanto a densidad y tamaño) al nuestro. «Pero esto sólo es el principio», señala Ignasi Ribas, quien está convencido de que el descubrimiento del primer mundo realmente habitable no se demorará más allá de una década.
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