Alguna vez fueron un garaje que sirvió de depósito y un escritorio que empezó a quedar invadido, hasta que el material empezó a decantar y, con el fluir de las visitas, fue oficializándose hasta convertirse en lo que es desde 2004: el Museo Ovni, único en el país. Funciona en Victoria, Entre Ríos, más precisamente en los metros cuadrados que la pasión de Silvia Pérez Simondini fue usando para preservar y compartir huellas, objetos, archivos periodísticos y toda forma de testimonio sobre ovnis que llegue a sus manos.
La anfitriona cuenta que los domingos “se llena” con visitantes “de todos lados, muchos extranjeros también”, siempre ávidos por ver de cerca lo que depara el cielo: “piezas únicas, evidencias, fotos, informes oficiales, todo lo que debe saber” un interesado (néofito o iniciado), como explica Pérez Simondini en la visita guiada que unos turistas accidentales registraron en video y compartieron en YouTube. Luego de haber vencido la resistencia inicial de la anfitriona (cosas que suceden cuando se llega casi a la hora del cierre), los visitantes pudieron ver un extraño objeto que alguna vez cayó sobre una quinta de Domingo Mercante, que él regaló a Fabio Zerpa, que, a su vez, eligió donarlo al museo. También examinaron paredes de las que colgaban dibujos que una señora de Buenos Aires realiza con “mensajes que ella recibe” (casi al modo de Benjamín Solari Parravicini, pero sin textos y con muchos colores), recortes periodísticos de casos de todo el país, y las dos estrellas de la colección: el pedazo de metal cuya procedencia y manufactura es desconocida desde su aparición, y una esfera de condiciones similares.
El fragmento metálico llegó en 1991: “Fue en Rincón del Doll, un objeto volador cayó del aire pesadamente, dejando un enorme cráter en una estancia. De ahí, alguien lo llevó a un experto metalúrgico” y luego alguien pensó en donarlo al museo. “No sabemos de qué se trata, porque el artefacto llegó a mis manos por interpósita persona, y lo tuve 14 años escondido en un placard, hasta que me dije: qué egoísta soy, al final hago como los organismos oficiales, ando escondiendo las cosas. Lo voy a mostrar, para que todos sepan que vino del espacio. No sabré qué es, pero sí es claro que vino de allá arriba.” Aunque las filmaciones lo muestren como contundentemente sólido y visible, las reacciones de quienes –en los videos– se fotografían con él demuestran sorpresa: en ciertas circunstancias, ángulo respecto de la luz o factores no previstos, el fragmento metálico se vuelve invisible, o al menos no puede ser fotografiado. “Se convierte en translúcido, como cristal”, jura Pérez Simondini.
La aparición de la esfera también se remonta a 1991. Cayó en Casilda, Santa Fe. Pérez Simondini aventuraba que se trataba de un fragmento desprendido de una sonda rusa, “que tuvo un accidente y fue dejando rastros a lo largo de país”, pero un encuentro con un cosmonauta ruso le hizo cambiar de idea. “Le llevé la esfera para preguntarle si le sonaba, porque él había estado en la estación Mir, flotó en el espacio, todo, entonces quién mejor. Tengo la filmación: él no reconoce la esfera. Así que no sé a qué atribuirla, porque además se parece a otras que han aparecido en distintas partes del mundo en el siglo XX: en el ’65, en España cayó una idéntica; en el ‘94 en México; hay más de 200 en todo el mundo.”
Por Soledad ವಲ್ಲೆಜೋhttp://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/3-41987-2009-08-23.ಹ್ತ್ಮ್ಲ್
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